MADAME, ¿ME OFRECE ESTE BAILE?
Luis XIV, conocido históricamente con el nombre del rey sol, fue el paradigma del Absolutismo monárquico. Era tal su obsesión por brillar más que el astro mayor, que mandó construir el famoso Palacio de Versalles, para envidia de sus colegas europeos. Aunque su obsesión por el fasto no corrió parejo a sus hábitos de higiene. El aseo personal y los baños palaciegos no eran plato de su devoción, de hecho sólo se bañó dos veces en su vida, y en las dos ocasiones, lo tuvo que hacer por prescripción médica, a pesar de los numerosos males que le producía el contacto de su tersa piel con el agua y jabones; se dice que el baño le producía vértigos y dolores de cabeza, hecho que verifica uno de sus médicos de cámara, el doctor Vallot:
-"El rey jamás se ha podido habituar a bañarse en casa".
Sin embargo, sí que cuidaba mucho la higiene de sus manos, que se las lavaba varias veces al día, especialmente antes de las comidas, eso sí, con un paño mojado en vino.
En cuanto a las ropas, el exterior lo cuidaba mucho, igual que sus palacios, aunque no tanto su ropa interior.
A este colmo de hábitos higiénicos se sumaba el uso del rapé (un preparado de tabaco, Nicotiana tabacum, molido y habitualmente aromatizado dispuesto para ser consumido por vía nasal); el olor de semejante sustancia parece ser que no era demasiado agradable, por lo que se precisaba de perfumes que poco tenían que ver con esencias frescas.
¡Pobres damas que no se atrevían a rechazar un baile en el "Salón de los Espejos", ante el ofrecimiento del Rey más poderoso de Europa!
Los temas 30 y 31 los encontrarás en los siguientes enlaces:
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